¿DE QUÉ TEMAS QUIERO/PUEDO ESCRIBIR? “La casa se llenó de amor. Aureliano lo expresó en versos que no tenían principio ni fin”, escribe García Márquez. Debajo de las uñas de mis personajes, en cambio, suda la furia. La violencia, como una gota de ácido, ha ido limando sus vidas. Como una máquina de reproducción, les ha enseñado a replicarla en casi todos sus actos. El poder, también, el apetito de alcanzarlo es una máquina que multiplica el evento de sus apariciones. El Indio Sinchicay es torturado en un orfanato y luego abusado por un coronel. Tal vez sean metáforas de realidades menos evidentes, inscritas en la intolerancia de las religiones y los mandatos castrenses. Para lograr obediencia hay que romper, doblegar, moler. No siempre a palos. Bastan diez mandamientos y su interpretación. Un código de leyes civiles, comerciales, penales. La cultura muele. La cultura resucita. En esa dualidad, entre esos límites como horizontes posibles, se juega la existencia de mis personajes.
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