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MARIANO DUCRÓS LÉE UN FRAGMENTO DE MI NOVELA

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 Mariano Ducros coordina el taller literario  “ En estos días que corren ” y da clínicas de narrativa. Tuve el placer de trabajar con él mi texto Vaselina, en una experiencia increíblemente enriquecedora. En esta oportunidad, él lee un fragmento de la novela. ¡¡Muchas gracias !! ❤️❤️  Pueden escucharlo AQUÍ    Comprá “Vaselina”  AQUÍ

PRÓLOGO DE "VASELINA”

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  PRÓLOGO DE ”VASELINA” Escuchá el prólogo en Spotifi,  AQUÍ    Esos caranchos, Gómez, vienen por sus ojos. Así como no se lo digo –pero podría– le digo otra cosa. No sé. Habría que pensarlo. Me gusta imaginarlo así, enterrado hasta el cuello en el desierto, con la cabeza afuera, comido por las hormigas, chupado por la sed y las serpientes o no.     Pero este indio que soy no se conmueve. La lástima no se obsequia a los amigos aunque tampoco a los enemigos. Y no me compadezco, no, porque yo no tengo sed. Soy la lengua del desierto y vengo a hablarle desde muy lejos, desde el orfanato, cuando ni siquiera podía comer; desde el cinto del coronel que me introdujo en el arte de mandar. Soy un fantasma, si usted quiere. Una aparición. Y todo esto podría ser poco más que una parodia de la vida entera.     El pozo lo hicieron los muchachos y bastó una orden, una palabra mía para horadar la tierra con las palas, tomando tetra y fumando; dos pozos al sereno bajo las estrellas. Y usted llenará un

DÓNDE COMPRAR VASELINA

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MERCADO LIBRE: Comprá “Vaselina”  AQUÍ  LIBRERÍA HERNANDEZ LIBRERÍA EDIPO LIBRERÍA EL ALEPH

CAPÍTULO VII

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                    De cómo llegué a La Dormida solo tengo ráfagas, espasmos de recuerdos y escenas inconclusas. Mi costado hostil, Woody Woodpecker, y un ardor en las orejas, una fuerza muscular que puja en los hombros y en el trapecio del pecho.            El pub se llama California y son, por ejemplo, las tres de la mañana. Barrido en primer plano, despacio. En la barra me parece ver a Walter Lantz, el tipo que salía en los créditos del Pájaro Loco y que odié toda la infancia porque no alcanza, con esa aparición de medio perfil y esa cuota final de realismo, para justificar la existencia de Woody Woodpecker (o la mía, si vamos al caso; como si hiciera alguna falta justificar la existencia). Estoy por decírselo a la mesera, pero no puedo encontrarla. A continuación, las mesas. Vacías a excepción de unas pocas.            En una esquina neutral, cercana al escenario, me veo repantingado en la silla con las piernas estiradas y un vaso en la mano. Un cubo de hielo descompone la luz roja

CAPÍTULO VI

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CAPITULO VI      Se dice por ahí que los pollitos salen de un huevo, pero los niños huérfanos, Gómez, vienen de la luna. Acá, sentado en los escalones de la asociación, mirando la cordillera, todo parece lejano; pero para mí la luna, se lo digo yo, fue la teta de mi cholita boliviana. Hasta los tres años me dio de mamar y yo me sujetaba del pecho vasto mientras hundía la cara en la otra teta milagrosa. De ahí me arrancaron los curas del orfanato cuando ella murió. 14 años tenía, pobrecita. Se dice que me tuvo de parada, y yo lo creo, en la ranchería, y que vivió con un campesino hosco que la molía a golpes. Pero hasta los tres años yo recuerdo perfectamente la teta hermosa, el abrazo provechoso y esas cosas que las madres dan como al descuido, porque así viene la cosa, y con esa abnegación alzan a los hijos a la vida.       Según tengo entendido, mi padre, Don Pompeyo Arjuna, era un hombre gigante en estatura y complexión, famoso por sus bromas de mal gusto. Se decía que una vez dio po